¿De qué se trata el Psicoanálisis?

En un mundo donde todos pretenden ser educadores y en donde la sociedad nos mira de reojo exigiéndonos atributos difíciles de practicar, el psicoanálisis es una contracorriente que con sus principios se ocupa de aquello que en la vida cotidiana no anda, molesta y nos genera un pesado lastre. Por lo general la consulta terapéutica se produce cuando algo desborda al sujeto, tornándose ruidoso e insostenible.

El análisis puede ser concebido como una práctica del lenguaje que permite abrir un campo de interrogantes sobre aquellas categorías desde las cuales nos solemos pensar. Trabajar con un paciente implica escuchar, acompañar, revisar, nombrar, ordenar, reelaborar, siempre teniendo como horizonte la singularidad del deseo que habita en cada uno y las pasiones del alma.

No existe un lineamiento rígido para que una persona cuente lo que le sucede, cada uno dice lo que cree importante y lo que no cree importante también se agradece que lo comunique.

Freud, padre del Psicoanálisis, antes de comenzar un tratamiento indicaba a sus pacientes “compórtese como lo haría un viajero sentado en el tren del lado de la ventanilla, que describe para su vecino de pasillo como cambia el paisaje ante su vista”. Todo lo que pase por la mente puede ser importante, aunque no lo parezca. Un pequeño olvido, una confusión, un sueño, una duda. Lo que nos resulta evidente puede no ser tan obvio y lo que parece simple puede alcanzar un mayor grado de complejidad.

Pero ¿Cuánto puede durar un tratamiento analítico? Ésta pregunta no es sencilla de responder. En psicoanálisis no hay soluciones inmediatas, ni tampoco se pueden tomar prestadas. Existen otro tipo de técnicas que promueven tratamientos a corto plazo y obras sociales que ofrecen un número limitado de sesiones. A mi entender esto no puede calcularse de antemano. Considero que un tratamiento debe llevar el tiempo que sea necesario, aunque es lícito aclarar que ese tiempo puede ser mayor al que el paciente desearía.

El mundo íntimo está poblado de saberes y creencias que, silenciosamente, dirigen nuestros actos. La comprensión del sufrimiento interno es lo que permite desanclar el malestar, vislumbrar nuevas posibilidades y porque no decirlo, tener una vida más placentera.